miércoles, 21 de octubre de 2015

El rey enamorado (Les Luthières)


Fragmento de la canción de "El rey enamorado" del grupo Les Luthières.
(El rey va transmitiendo verbalmente a un juglar lo que quiere recitarle a María, la
mujer que ama).

Rey: Por ser fuente de dulzura
Juglar: Por ser fuente de dulzura
Rey: Por ser rosa de un ramo
Juglar: Por ser rosa de un ramo
Rey: Por ser nido de ternura
         ¡ Oh, María!, yo te amo.
Juglar: Por ser nido de ternura
              ¡Oh, María!, yo te amo.
 
(El rey hace una advertencia al oído del juglar)
 
Juglar: ¡Oh, María!, él la ama.
Rey: Ámame como yo te amo a ti.
Juglar: Ámelo como él la ama a usted.
Rey: Y los demás envidiarán a nuestro amor.
Juglar: ... Y todos nosotros envidiaremos el amor de ustedes.
Rey: ¡Oh, mi amor, María mía!
Juglar: ¡Oh, su amor, María suya!
Rey: Mi brillante, mi rubí.
Juglar: Su brillante surubí.
Rey: Mi canción, mi poesía,
         nunca te olvides de mí.
Juglar: Su canción, su poesía,
             nunca se olvide de su.
Rey: Tú estás encima de todas las cosas, mi vida.
Juglar: Usted está encima de todas las cosas subida.
Rey: Eres mi sana alegría.
Juglar: Usted es Susana, María, alegría.
Rey: Mi amor.
Juglar: Su amor.
Rey: Mi tesoro.
Juglar: Su tesoro.
Rey: Mímame.
Juglar: Súmale … Súmelo.
 
Rey: Si tú me amaras a mí,
        no verías en mí a aquellos que amamos nosotros
        y envidiáis vosotros y ellos.
Juglar: Ámelo.
Rey: Cuando miras con desdén
Juglar: Cuando mira con desdén
Rey: Pareces fría, sujeta.
Juglar: Parece fría su... su cara.
Rey: Por ser tan grandes tus dones
        no caben en mí, mi bien.
Juglar: Por ser tan grandes sus dones
            no caben en su "sutien".
Rey: ¡No, no!
Juglar: No, no.
Rey: ¡Tunante!.
Juglar: Sunante.
Rey: ¡Miserable!
Juglar: Suserable.
Rey: ¡Guardias, a mí!
Juglar: ¡Guardias, a él!

domingo, 18 de octubre de 2015

ESCRIBIR UN DIÁLOGO A PARTIR DE UNA SITUACIÓN

Escribe un diálogo siguiendo las instrucciones que encontrarás en el texto al cual te remite el enlace que aparece al lado de tu nombre:

Guillermo Del Molino    ENLACE AL TEXTO

Álvaro Echeverría       ENLACE AL TEXTO

Guillermo Fernández          ENLACE AL TEXTO

Dagmar Fernández        ENLACE AL TEXTO

Alberto Harding        ENLACE AL TEXTO

Eneko Immerschmitt          ENLACE AL TEXTO

Javier Mencía         ENLACE AL TEXTO

Enrique Guijarro           ENLACE AL TEXTO

Sara Lindlacher        ENLACE AL TEXTO

Mafalda Ventura        ENLACE AL TEXTO

Iván Wagener        ENLACE AL TEXTO

martes, 13 de octubre de 2015

El pájaro del alma. Mijal Snunit

Lee la siguiente historia y coméntala en un texto de 70 palabras:
Haz tu comentario en la pestaña titulada "Escuela europea de Frankfurt"

Hondo, muy hondo, dentro del cuerpo habita el alma. Nadie la ha visto nunca pero todos saben que existe. Y no solo saben que existe, saben también lo que hay en su interior.
Dentro del alma, en su centro, está, de pie sobre una sola pata, un pájaro: el pájaro del alma. Él siente todo lo que nosotros sentimos.

Cuando alguien nos hiere, el pájaro del alma vaga por nuestro cuerpo, por aquí, por allá, en cualquier dirección, aquejado de fuertes dolores.
Cuando alguien nos quiere, el pájaro del alma salta, dando pequeños y alegres brincos, yendo y viniendo, adelante y atrás.
Cuando alguien nos llama por nuestro nombre. El pájaro del alma presta atención a la voz, para averiguar qué clase de llamada es esa.
Cuando alguien se enoja con nosotros, el pájaro del alma se encierra en sí mismo silencioso y triste. Y cuando alguien nos abraza, el pájaro del alma, que habita hondo, muy hondo, dentro del cuerpo, crece, crece, hasta que llena casi todo nuestro interior. A tal punto le hace bien el abrazo.

Hasta ahora no ha nacido hombre sin alma. Porque el alma se introduce en nosotros cuando nacemos, y no nos abandona ni siquiera una vez mientras vivimos.
Como el aire que el hombre respira desde su nacimiento hasta su muerte.
Seguramente quieres saber de qué esta hecho el pájaro del alma.
¡Ah! Es muy sencillo: está hecho de cajones y cajones pero estos cajones no se pueden abrir así nada más. Cada uno está cerrado por una llave muy especial. Y es el pájaro del alma el único que puede abrir sus cajones. ¿Cómo? También esto es muy sencillo: con su otra pata. El pájaro del alma está de pie sobre una sola pata; con la otra -doblada bajo el vientre a la hora del descanso- gira la llave, moviendo la manija y todo lo que hay dentro se esparce por el cuerpo.
Y como todo lo que sentimos tiene su propio cajón, el pájaro del alma tiene muchísimos cajones: un cajón para la alegría y un cajón para la tristeza, un cajón para la envidia y un cajón para la esperanza, un cajón para la decepción y un cajón para la desesperación, un cajón para la paciencia y un cajón para la impaciencia. También hay un cajón para el odio y otro para el enojo, y otro para los mimos. Un cajón para la pereza y un cajón para nuestro vacío, y un cajón para los secretos más ocultos (este es un cajón que casi nunca abrimos).

Y hay más cajones. También tú puedes añadir todos los que quieras. A veces el hombre puede elegir y señalar al pájaro... Qué llaves girar y qué cajones abrir. Y a veces es el pájaro quien decide.
Por ejemplo: el hombre quiere callar y ordena al pájaro abrir el cajón del silencio; pero el pájaro, por su cuenta, abre el cajón de la voz, y el hombre habla y habla y habla.
Otro ejemplo: el hombre desea escuchar tranquilamente, pero el pájaro abre, en cambio, el cajón de la impaciencia: y el hombre se impacienta. Y sucede que el hombre sin desearlo siente celos; y sucede que quiere ayudar y es entonces cuando estorba.
Porque el pájaro del alma no es siempre un pájaro obediente y a veces causa penas...
De todo esto podemos entender que cada hombre es diferente por el pájaro del alma que lleva dentro. Un pájaro abre cada mañana el cajón de la alegría; la alegría se desparrama por el cuerpo y el hombre esta dichoso. Otro pájaro abre, en cambio, el cajón del enojo; el enojo se derrama y se apodera de todo su ser. Y mientras el pájaro no cierra el cajón, el hombre continua enojado.
Un pájaro que se siente mal, abre cajones desagradables; un pájaro que se siente bien, elige cajones agradables.

Y lo que es más importante: hay que escuchar atentamente al pájaro.
Porque sucede que el pájaro del alma nos llama, y nosotros no lo oímos. ¡Qué lastima! Él quiere hablarnos de nosotros mismos, quiere platicarnos de los sentimientos que encierra en sus cajones.
Hay quien lo escucha a menudo.
Hay quien rara vez lo escucha.
Y quien lo escucha solo una vez.
Por eso es conveniente ya tarde, en la noche, cuando todo está en silencio, escuchar al pájaro del alma que habita en nuestro interior, hondo, muy hondo, dentro del cuerpo.